miércoles, 27 de enero de 2010

Terremoto en Haití

Impacto sobre la salud de los isleños

Haití fue golpeado por un terrible terremoto, de magnitud 7.0 en la escala de Richter, el reciente 12 de enero causando grandes pérdidas en la población y sus edificaciones. El epicentro se situó a 17 kilómetros al sudoeste de la capital haitiana, Puerto Príncipe, de dos millones de habitantes. Varias réplicas han seguido sacudiendo el área afectada. Las ciudades más comprometidas han sido Puerto Príncipe, Carrefour y Jacmel, en donde muchas estructuras han colapsado, en las que se cuentan el hospital Eliazard Germain in Petionville y el Petit frères et Soeurs. La cifra de muertos se estima en 200,000 personas. Este terremoto ha sido el más fuerte en la historia de Haití a lo largo de esta falla geográfica, también se sintió en República Dominicana, donde dos hospitales fueron afectados en Barahona y Santiago.
En 2008, Haití fue castigado por cuatro huracanes tropicales mayores —Faye, Gustav, Hanna y Ike— que causaron devastadores daños a la infraestructura física y de agricultura. Las tormentas causaron la muerte de 450 muertos, millones de afectados, y más de 15,000 personas viviendo en albergues temporales.
Haití es el país más pobre del hemisferio occidental. El país se encuentra en el puesto 154 del Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas.

La ayuda internacional
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha enviado 20 funcionarios internacionales a Haití para ayudar en las acciones de salud pública, la gestión de víctimas en masa, la manipulación de cadáveres, coordinación, logística y comunicaciones; y trabajará con el gobierno haitiano y sus socios para empezar los esfuerzos de recuperación y reconstrucción, evaluación, reconstrucción y ayuda en el camino hacia la recuperación.
Varios países de las Américas y de todo el mundo están enviando mucha asistencia. Brasil ha hecho llegar aviones cargados de equipo, suministros y personal médico; Chile ha enviado un equipo médico para apoyar al hospital militar argentino que ya funciona sobre el terreno; Ecuador y varios otros han proporcionado suministros médicos; Cuba ayuda con equipos médicos; Jamaica está recibiendo en sus hospitales a haitianos que no pueden ser atendidos en su país y también socorre directamente a Haití con varios médicos que llegan en botes de la guardia costera; la República Dominicana está recibiendo y atendiendo pacientes evacuados; Venezuela ha enviado aviones cargados de personal y combustible; y la respuesta de los Estados Unidos y Canadá ha sido extraordinaria. También países de Europa (Reino Unido, Francia, Italia, Bélgica y España en particular) y tan lejanos como Israel y China están mandando apoyo. La movilización y respuesta internacionales son realmente extraordinarias.
Entre la ayuda de los organismos asociados de la OMS, sobresale la de Médicos Sin Fronteras y la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja.
Numerosos representantes de misiones más pequeñas de ayuda, e incluso personas a título individual, quieren unirse a estos esfuerzos, ofreciendo, muchos de ellos, sus valiosas habilidades. No obstante, en este momento la situación en el terreno es tan difícil, que todos los equipos de ayuda exterior deben ser completamente autosuficientes.

La ayuda sanitaria de Perú
Nuestro país, a través del Ministerio de Salud (MINSA), envió 18 profesionales de la salud, 4 toneladas de medicamentos y 2 módulos del hospital de campaña. Los médicos de la brigada peruana vienen realizando diariamente entre 10 a 80 intervenciones quirúrgicas en el hospital “El Buen Samaritano” de Jimaní, frontera de Haití y República Dominicana, junto a delegaciones de galenos japoneses, puertorriqueños, dominicanos entre otros. El equipo de profesionales del MINSA se encuentra bajo la protección de los efectivos militares del Batallón Perú de las Naciones Unidas, conocidos como Cascos Azules y en permanente contacto con el embajador de Perú en Haití.

El efecto sanitario del terremoto
El terremoto ha cobrado un número muy importante de vidas. Aún no se conoce el número exacto de personas que han fallecido pero se estima en 200 mil, además de cientos de miles lesionados o sin hogar. Al menos ocho hospitales y establecimientos de atención de salud en la capital, Puerto Príncipe, y los alrededores han sido destruidos; los servicios de salud que quedaron se han congestionado rápidamente por los supervivientes que necesitan una gama amplia de cuidados, en particular para traumatismos y heridas. También se les está atendiendo en diversos centros de salud a lo largo de la frontera de Haití con la República Dominicana. Algunos heridos están siendo evacuados a Santo Domingo o a otros países.
Las organizaciones locales, especialmente la Cruz Roja Haitiana, están sumando esfuerzos con el gobierno para tratar a las víctimas del sismo. Además, unos 13 países de las Américas y varios países de otras regiones están proporcionando ayuda sanitaria, junto con los organismos de las Naciones Unidas y las organizaciones no gubernamentales. Sin embargo, se necesitan más médicos, cirujanos, enfermeras, parteras y otro personal sanitario para ayudar en la atención médica.

¿Son los cadáveres una amenaza de salud pública?
Los cadáveres de los desastres no causan epidemias; los afectados, usualmente, mueren por trauma, ahogamiento o quemaduras. En el momento de su deceso, por lo general, no tenían infecciones ni sufrían de las enfermedades que causan epidemias, como cólera, fiebre tifoidea, paludismo o plaga.
La población tiene un riesgo mínimo pues no suelen ni tocar ni manipular los cadáveres. Sin embargo, es probable, la presencia de diarrea por consumo de agua contaminada con materia fecal de los cadáveres. La desinfección rutinaria del agua para consumo es suficiente para prevenir las enfermedades transmitidas por ella.
Los que manipulan los cuerpos (socorristas, trabajadores de funerarias, etc.) tienen un riesgo bajo de infección de tuberculosis, hepatitis B y C, Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) y enfermedades diarreicas. Los agentes infecciosos que causan estas enfermedades no sobreviven más de dos días en un cadáver (excepto el VIH que puede hacerlo hasta por seis días). Estos riesgos se pueden reducir mediante el uso de guantes y botas de caucho y la práctica de medidas básicas de higiene como el lavado de manos. A pesar que el olor de los cuerpos en descomposición es desagradable, no es un riesgo para la salud en áreas bien ventiladas y no se requiere el uso de máscaras por razones de salubridad.
La recolección de los cadáveres no es la tarea más urgente después de un desastre. La prioridad es cuidar a quienes han sobrevivido. No hay un riesgo significativo para la salud pública por la presencia de los cadáveres. No obstante, los cadáveres deben recolectarse tan pronto como sea posible y llevarlos al sitio de identificación. El entierro masivo y rápido de las víctimas no está justificado por razones de salud pública. Esta manera de actuar produce más daños que beneficios, ya que traumatizan a las familias y a las comunidades y pueden tener consecuencias legales muy graves. Los cadáveres se deben recolectar y almacenar en contenedores refrigerados o con hielo seco o en entierros temporales. Se debe intentar la identificación de todos los cadáveres; hay que considerar que el deseo imperativo de los parientes, de todas las religiones y culturas, es identificar sus seres queridos. El duelo y el entierro individual tradicional son factores importantes para la recuperación o el proceso de curación personal y de la comunidad.

La enseñanza sanitaria de la tragedia
En el sector de la salud, una enseñanza de suma importancia es la importancia de los hospitales después de un desastre. Estos, con frecuencia, resultan dañados y no pueden ofrecer sus servicios precisamente cuando más se les requiere. Esto es exactamente lo que ha sucedido en Haití y que podría ocurrir en cualquier región del mundo o en nuestro propio país, considerando que estamos en el Cinturón de Fuego del Pacífico.
Sin embargo, la prevención es posible. Los hospitales pueden construirse para resistir los efectos de los movimientos sísmicos y planificarse y equiparse de tal manera que puedan seguir funcionando después de los desastres. El costo adicional de construir hospitales que resistan los desastres es marginal, en particular si se compara con el costo de un hospital que deja de funcionar. Por otro lado, es mucho menos costoso incluir medidas de seguridad frente a los terremotos en las etapas de diseño y construcción que reacondicionar un establecimiento que se ha dañado y no puede funcionar. Por ello, nuestros gobernantes y autoridades de salud deben orientar su gestión y presupuesto a este objetivo.

¿Qué se puede hacer para apoyar la respuesta internacional?
Las contribuciones económicas a la respuesta sanitaria son el apoyo más eficaz que pueden prestar las personas en todo el mundo. La información sobre las donaciones para Haití por conducto de la Fundación Panamericana de la Salud y Educación puede encontrarse en: https://www.pahef.org/donate/

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