En Perú mueren 185 mujeres embarazadas por cada 100 000 niños nacidos vivos, lo que ubica a nuestro país dentro de aquellos con mayor tasa de mortalidad materna en Latinoamérica y el Caribe, solo superado por Haití y Bolivia. Sin embargo, esta cifra esconde grandes extremos, tales como Puno, Huancavelica y Ayacucho con mortalidades superiores a 300; e Ica y Lima, en el otro extremo, con un tasa de muertes maternas alrededor de 50.
De acuerdo al libro “La Salud en Piura”, escrito por los destacados médicos cubanos Dr. Héctor Rodríguez y Dr. Rolando Betancourt, y el notable médico piurano Dr. Manual Purizaca, la mortalidad materna en Piura es de 131 por cien mil nacidos vivos, y se observa que más del 70% de estas muertes son causadas por hemorragias, hipertensión inducida por el embarazo e infecciones. Más del 50% de estas defunciones ocurren en el propio domicilio de la mujer embarazada, cerca del 40% en instituciones públicas de salud y alrededor del 10% en clínicas privadas. Esto, sin lugar a dudas, apunta a una deficiente accesibilidad y cobertura en la atención de la salud materna.
Reducir la mortalidad materna es una meta de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), en cuyo objetivo 5 se contempla mejorar la salud materna, reduciendo en tres cuartas partes las muertes maternas entre el 1990 y 2015. ¿Podremos lograrlo?
Semana de la Maternidad Saludable y Segura
En el Perú se constituyó la “Semana de la Maternidad Saludable y Segura” bajo la Resolución Ministerial N° 114–98-SA/DM del 23 de marzo de 1998 del Ministerio de Salud (MINSA), que establece que en la tercera semana de mayo se desarrollaran actividades que generen cambios de actitud en la población y en los prestadores de salud, así como en las autoridades involucradas a favor de la salud materna y la familia.
En ese sentido, se hace muy necesario que se generen políticas públicas y se establezcan alianzas y acuerdos interinstitucionales sostenibles, que gocen de una visión unificada e integral de la mujer, sin separarla de su realidad concreta, y que produzcan acciones a nivel nacional y regional que se enmarquen dentro de las estrategias para el logro de una maternidad saludable; la cual solo será posible bajo la responsabilidad del autocuidado a su salud y la del niño por nacer, así como el reconocimiento del estado de que la maternidad es una inversión social y económica que contribuye al desarrollo individual, familiar, comunitario, y al progreso de las naciones.
Plan para la Reducción de la Mortalidad Materna y Perinatal
A inicios del mes de abril de 2009, como respuesta a la realidad de las mujeres embarazadas de nuestro país, el MINSA aprobó el Plan Estratégico Nacional para la Reducción de la Mortalidad Materna y Perinatal 2009-2015, que busca reducir los índices de mortalidad de gestantes y niños menores de 5 años.
Entre las diversas líneas de acción figuran priorizar la reducción de la mortalidad materna y perinatal como política nacional, asegurar el financiamiento desde los diferentes niveles para el mejoramiento de la capacidad resolutiva de los establecimientos de salud y el desarrollo de las actividades del plan; asegurar la dotación de sangre segura según el nivel de complejidad, y mejorar la capacidad y calidad para referir oportunamente las emergencias obstétricas, entre otras.
Con este plan, Perú se propone consolidar esfuerzos en reducir la mortalidad materna y perinatal, en tanto que el derecho de la Salud Sexual y Reproductiva, es reconocido en las Conferencias de Población y Desarrollo de El Cairo y Beijing, además de que se constituye en un compromiso internacional asumido en relación con los ODM de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Solo esperamos que los decisores políticos nacionales y regionales, asuman el compromiso planteado y que se asegure el presupuesto para las líneas de trabajo a ejecutar en los establecimientos de salud y en las comunidades.
Atención prenatal
Para garantizar una maternidad segura es sumamente importante la vigilancia y evaluación integral de la gestante y el feto durante el embarazo, en el parto y después del parto, para lograr así el nacimiento de un recién nacido sano, sin deterioro de la salud de la madre.
Este proceso incluye control de peso y de presión arterial, identificación de signos de alarma, vacunación diftotetánica, suplementación de hierro, despistaje de cáncer de cuello uterino y mamario, orientación sobre alimentación adecuada, cuidados del bebé y planificación familiar; así como la detección de complicaciones en el embarazo o enfermedades asociadas que requieran un tratamiento especializado para la referencia oportuna, además de otros procedimientos auxiliares como determinación del grupo sanguíneo y factor Rh, hemoglobina o hematocrito, examen de orina, glicemia, RPR (para detectar sífilis) y prueba de ELISA-VIH (con autorización de la gestante). Se debe preparar física y mentalmente a la gestante para el parto así como al entorno familiar; realizar el planeamiento individualizado del parto institucional con participación de la pareja, la familia y la propia comunidad; así como promover cuidados maternos que garanticen la lactancia en la crianza del recién nacido.
Los controles prenatales son importantes para controlar la salud de la madre y el crecimiento y desarrollo del bebé desde la concepción, debiendo iniciarse lo más temprano posible, ser periódica, continua e integral. La frecuencia óptima de control prenatal es la siguiente: una atención mensual los primeros 7 meses, una atención quincenal en el octavo mes y una atención semanal en el último mes, hasta el parto. Se considera como mínimo que una gestante reciba 6 controles prenatales.
Todo embarazo es potencialmente de riesgo pero algunos necesitan especial cuidado y atención, como el caso de las mujeres menores de 15 años y mayores de 35, las que tienen más de 4 hijos, aquellas que han tenido partos muy seguidos, las que consumen licor, drogas o medicamentos no indicados por el médico, entre otros.
Señales de peligro
Es importante que se identifiquen las señales de peligro durante el embarazo como: dolores de cabeza; fiebre; vómitos continuos; hinchazón de cara, manos, pies y piernas; pérdida de líquido o sangre por la vagina; ardor al orinar; o si el bebé no se mueve o está atravesado; ya que la presencia de uno o más de estos síntomas o signos requiere la atención urgente de la gestante.
Alimentación adecuada durante la gestación y lactancia
La mujer embarazada debe consumir tres comidas principales al día más una ración adicional y la que da de lactar debe comer tres comidas principales al día más dos raciones adicionales. Es recomendable el consumo diario de alimentos de origen animal (carnes, aves, pescado, mariscos, huevo, queso, leche, yogurt, vísceras, sangrecita, etc.) que son fuentes de hierro, ácido fólico, calcio, vitamina A y zinc; así como de frutas y verduras (papaya, plátano de la isla, zanahoria, zapallo, y hortalizas de hoja verde oscuro como la espinaca y acelga), fuentes de vitamina A, C y fibra. Estos alimentos deben ser de preferencia propios de la región y de la estación.
La futura madre debe disminuir el consumo de café, gaseosas, golosinas y dulces, y evitar el uso de cigarro y la ingesta de alcohol y otras drogas, durante el embarazo y la lactancia.
La gestante debe recibir suplementos de sulfato ferroso a partir del cuarto mes de embarazo, siendo la dosis diaria de 300 mg. En casos de gestantes que inician el control prenatal después de los 7 meses de embarazo, la dosis debe ser de 600 mg. de sulfato ferroso. Después del parto las necesidades de hierro también están incrementadas. Se recomienda la suplementación con sulfato ferroso hasta el segundo mes post parto, con una dosis diaria de 300 mg..
El suplemento de hierro debe tomarse al menos media hora antes del almuerzo, de preferencia con jugos cítricos. No debe ingerirse con leche, infusiones de hierbas, café o té, ni con otros medicamentos porque puede disminuir o impedir la absorción del hierro. Las madres notarán que las deposiciones se pondrán de color oscuro, y que pueden haber molestias digestivas leves y pasajeras. La dosis de hierro debe ir acompañada, en la misma tableta, de 400 ug de ácido fólico.
Las mujeres que ya ha dado a luz a su bebé deben tomar una dosis de vitamina A de 200 000 UI inmediatamente después del parto y dentro del primer mes post parto.
Además la gestante debe consumir alimentos que procedan del mar (pescados, mariscos y algas marinas), por su alto contenido de yodo, y en las áreas que no se dispone de estos alimentos el uso diario de la sal yodada en sus comidas es obligatorio.
Vacunación
Toda Mujer en Edad Reproductiva (MER), incluida la mujer embarazada, debe recibir inmunización con la vacuna Diftotetánica (dT) a fin de prevenir la Difteria y Tétanos Neonatal, de acuerdo al calendario del MINSA.
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